La gruesa línea entre la elegancia y lo hortera
Una queja habitual en los foros de coleccionismo es el abuso que algunos diseñadores y fabricantes están ejerciendo sobre el mercado, sacando diseños que, en muchas ocasiones, son refritos o variaciones mínimas de otros existentes, a precios bastantes altos. Si lo miras bien, no es que sean refritos, son horteradas y el coleccionista debe aprender a rechazar la idea de que está obligado a comprar este tipo de producto.
Pongamos un ejemplo. The Gentleman Wake ha sacado una colección de barajas bajo el nombre común de «Tales of the Tempest». Si miras las fotos, como la que ilustra el encabezado de esta página, a primera vista parece una baraja deslumbrante, con filigrana de oro en los cantos y un estuche en sobre-relieve. El colmo del lujo en barajas. Pero si lo miras bien es una horterada sin demasiado valor artístico. ¿Cómo se puede valorar eso? A ver si consigo explicarme.
La marca Rolex tiene una línea de relojes llamada «Oyster», compuesta por una serie de modelos que comparten un diseño general, un mecanismo y, sobre todo, un invento que es la corona enroscada. El botón que sirve para girar las manillas y poner el reloj en hora tiene una rosca, de forma que puedes asegurarla cuando no la estás usando y mejorar la estanqueidad del mecanismo. Es un invento que sirvió para redondear uno de los mejores relojes de buceo del mundo: el Rolex Submariner.
Al mismo tiempo, tienen una línea llamada «Pearlmaster» que consiste en coger el mismo reloj que el Oyster básico y abarrotarlo de pequeños diamantes. Muchos diamantes. Claro, así se entiende que el reloj llegue a costar casi 200.000 €, comparados con los 5.000 que te puede costar un Oyster Perpetual.
Seguro que 5.000 € te parece mucho para un reloj. Para dar la hora, me basta con un Swatch de 15 €. Ya, pero mira… pagas el mecanismo automático, el cierre de corona, la calidad del acabado y un mucho de marca de lujo. Pero ¿200.000? Pero si es el mismo reloj, el mismo mecanismo, el mismo cierre, las mismas agujas para dar la hora. Ya, pero es como si lo hubieran rebozado en huevo batido y pasado por una gaveta de brillantitos. El resultado es la horterada que puedes ver en su página web.
No aporta nada. No se ve mejor, no da mejor la hora, no funciona más, no hace más cosas. En realidad, se ve peor, porque no hay contraste entre las agujas y la esfera. Es lo mismo, pero recargado de algo que engorda el precio sin mejorar el producto y que, encima, es burdo. No es más que un ejercicio absurdo de chulería para mostrar en la muñeca el dinero que te puedes gastar. Encima, tienen la cara de decir en su página que es «elegante». Elegante es un Omega DeVille Prestige o un Vacheron Constantin Patrimony, no la monstruosidad esa.
Todo se resume en una idea: la elegancia es simplicidad.
El Aston Martin DB5 es elegante porque tienes unas líneas sinuosas y sencillas. El Omega DeVille Prestige es elegante porque tiene unas líneas sencillas. La baraja diseñada por Krisztina Berta como ejercicio de grado en Bellas Artes es una preciosidad, porque es un ejercicio de estilismo y sencillez. Una baraja que posiblemente nunca veamos publicada.
Las barajas Tales of the Tempest de The Gentleman Wake son una horterada recargada y sin demasiado valor artístico.
Han cogido un diseño básico de caras francesas, le han cambiado dos detalles, como la fuente utilizada en los índices o el sombreado de los palos y le han colgado un montón de elementos inútiles que sólo sirven para elevar artificialmente el precio del producto, sin añadir ningún elemento de diseño original. Vale, han puesto un escarabajo diminuto en el rey de corazones y alguna cosa más. Pero el diseño básico es el de siempre. Igual que el Rolex Pearlmaster, han cogido una baraja Bicycle de toda la vida y la han rebozado en huevo para ver cuánta purpurina dorada se quedaba pegada en los lados y poder subir el precio.
El listo de turno me dirá que las imprime Oath Playing Cards y no USPCC. OPC es una pareja de diseñadores y dudo mucho que tengan una imprenta. Mira de nuevo el detalle, a ver si no estamos de acuerdo en que seguramente lo subcontratan con USPCC.
No contentos con ello, no han sacado una sino seis variaciones, cuya diferencia es… vaya, el color de la purpurina que se queda pegada. No hay más ejercicio de creatividad o diseño que lanzar una horterada recargada tras otra, dejando la baraja que se compraría un cantante de trap de esos que aparecen en los vídeos recargados de cadenas y anillos de oro, vistiendo chándal por las rodillas y gorra de baseball mal puesta. Vamos, el colmo de la elegancia.
El problema es que el coleccionista genera una especie de obsesión por estas cosas. Si Theory11 (un diseñador de barajas) saca un nuevo modelo, TENGO QUE COMPRARLO. Si los de Ellusionist (otro diseñador) sacan un modelo TENGO QUE COMPRARLO. Bueno, y si los de The Gentleman Wake sacan la colección de horteradas con purpurina, TENGO QUE COMPRARLO. Pero, ¿por qué?
Cuando el coleccionismo se convierte en obsesión y tener que dejar de lado una «oferta» de $415 genera angustia, para comprar seis barajas Bicycle con uno de los diseños más horteras y recargados de los últimos tiempos, es que la cosa se ha salido de madre.
Coleccionar barajas, como relojes, sellos o latas de cerveza, tiene que ser una afición para disfrutar, no para estar angustiado ni dejarse atrapar por la dinámica mercantilista de diseñadores, estudios e impresores que no dejan de sacar diseño tras diseño, a cada cual más recargado. No hay ninguna obligación de comprar eso, algo de lo que hablaré de nuevo en otro artículo para comentar la sobreproducción de los últimos tiempos.
¿Y no es legítimo comprar esto? Pues claro, tener mal gusto es un derecho. Y a quien le guste, pensará que la gente como yo somos los que tenemos mal gusto. A lo que también tengo derecho. Lo importante es el criterio. Mi criterio es buscar creatividad, historia e innovación artística. No me obsesiona tener las 200 variaciones de Bicycle que sacan como galletas de la USPCC, con muy pocas variaciones creativas. Me encanta la baraja Bicycle: es barata, práctica y un buen producto. Pero, como coleccionista, no tengo que comprar cada tontería que sale impresa sobre la cartulina usada en las Bicycle, como la baraja Marvel Extreme que comenté hace poco.
Un tema complejo, que hay que abordar poco a poco. Por ejemplo, como era mi intención en este artículo, recordando que no pasa nada por no comprar las seis variantes de colores de la última horterada que ha sacado The Gentleman Wake. Pero, por favor, ¿no habéis visto la selección de barajas que hace en su canal de YouTube? Si brilla, es bueno. Y poco más.